miércoles, 15 de julio de 2009

Fútbol y Política

El fútbol no es más fútbol en la Argentina, pues es un polo del poder político.

En todas partes del mundo existe un vinculación entre los deportes populares y las dirigencias en general, pero en la Argentina, al haber quedado degradado el sistema educativo y al constituirse los medios de comunicación en formadores de opiniones totalitarios, la pertenencia social de la gente está atada a un sentimiento de añoranza a un club.

No existen vínculos familiares genuinos como tampoco estabilidad laboral.

Buenos Aires, Rosario, Córdoba y La Plata concentran la atención de los equipos más populares.
Hoy vemos como ejemplo claro, el caso de la ciudad de La Plata. Por un lado, media ciudad feliz porque Gimnasia no descendió y media ciudad expectante para que se consagre Estudiantes -luego de tantos años- campeón de América (sentimentalismo manipulado como en el caso de Huracán).

El caso del "lobo" no cambia nada, pues no hay promesa de dinero de por medio, dado que solo mantiene la categoría en primera división.
En cambio, en Estudiantes, ya hubo problemas con Nacional de Montevideo por el cupo de entradas, con Cruzeiro por problemas sanitarios de prevención de la gripe A H1N1. Es decir, cuando existe la posibilidad tan solo de obtener un rédito económico superior, se rompen todas las reglas.

Tal vez nosotros como pueblo estemos acostumbrados a tal situación de anomia y cuando nos confrontamos con otros paìses recurriendo a un sentimiento de nacionalidad ausente, nos replegamos y nos unimos.

Esta situación de depredación la podemos ver en el espectáculo, en el deporte, en las empresas, en cualquier ámbito donde deban primar las normas para la convivencia grupal.

Sería importante ver la situación de la Justicia, la designación del nuevo ministro relacionada no con los problemas y necesidades que tiene el Poder Judicial sino con la conveniencia política que nos tiene acostumbrado el Poder Ejecutivo. Mientras tanto, el Poder Legislativo que debería oficiar de "equilibrador" solo responde al impass instalado por el Poder Ejecutivo.

El argentense medio solo es movilizado por los gritos de "gooooool", de botineras histéricas por la tele o de números sorteados de Lotería. No se da cuenta que cuando reciba las boletas de luz y gas o dentro de 90 días, cuando vea los precios de los alimentos, los decibeles de su interjección superarán con creces las anteriores manifestaciones.

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